martes, 6 de agosto de 2024

 Tengo un sueño breve e ingrávido. Tan leve e incorpóreo, que el mero intento de enunciarlo lo condena a desaparecer.

 Llueve este corazón, como llueven las nubes de un gris otoño... Como llovian entonces las penas de mi alma, atravesada por la distancia, herida por el olvido. Destrozada, bien profundo, donde ya no queda nada.