Te habría quitado
una a una
las gotas de tu sangre.
Todas,
despacio o frenéticamente, no
lo sé.
Porque los amores pasionales
son intempestivos e
impredecibles.
Pero algo en mí creció,
como la flor en la grieta
del asfalto.
Y me fui.
Te habría quitado
una a una
las gotas de tu sangre.
Todas,
despacio o frenéticamente, no
lo sé.
Porque los amores pasionales
son intempestivos e
impredecibles.
Pero algo en mí creció,
como la flor en la grieta
del asfalto.
Y me fui.
Decía el cuento.
Ese que nunca terminamos
De empezar.”
Hoy me despido
de ese sueño
que simulaba ser eterno
y sólo tenía lugar en
un deseo
Hoy me despido
de ese sueño
De rojos furiosos y fantasías
De verdes y sensaciones
De magia y profunda melancolía
Hoy me despido.
¿Rotundamente? No.
… Si yo lo sigo guardando
en un lugar oculto, luminoso
de esta tonta alma mía…
(quizá algún día vuelva a
vibrar)
Cielo mío
Corazón a destiempo
Horizonte mediterráneo
cuyo abrigo está en las bardas
Ojos de lluvia sombría
Pájaro canoro hasta la muerte
Cazador de mil palabras
Fuiste militante de mis
lágrimas
Mi Rosebud imperfecto
al que un día yo soñé
Sólo me quedan dos o tres
melancolías
Toda mi fe
Se quebró en vos.
La noche me
oscureció
Negro esperanto
del alma
Y yo escapé
en una barca
cascada de lágrima
A veces me
pregunto
si sos más feliz
Si alguna vez me
encontrás
en un haz de
sueños
Si recordás las
horas
Si cae un cabello
mío en tu almohada
Y si entonces
pensás “Era mía, y la dejé ir”.
Fantasía II
… Existe esta
mirada
Que arde y
resplandece
Cada vez que ve tu
piel
Morena, como en
mis sueños
Toda mía, como en
mis sueños
Algo amarga, por
el peso del pasado
Algo tímida, por
el peso del pasado
… Existe este
tacto
Que no se atreve a
tocarte
Por tiempo y lugar
equivocados
Moreno y mío
Furtivo y mío
Estás ahí, en mi
lugar secreto
Porque sos todo
fantasía
Todo fantasía,
pero toda mía
Toda, toda mía
Fantasía I
En esta ausencia
forzada
Ebria de puro
deseo
Cierro los ojos y
vuelvo a ver
-trémulo ensueño-
Destellos de lo
que pudo ser o no ser
Al calor de una
tarde de octubre
Una mano morena
oprimiendo un pecho
Una lengua tibia
humedeciendo un cuello
La lluvia de plata
deslizándose
Por una espalda
que tiembla
-sudor con sudor-
La carne ardiente,
temblorosa
Dentro de la carne
Empujando, a veces
tierna
A veces violenta
Arriba abajo arriba abajo…
Un grito, un
gemido ahogados
Al calor de esa
siesta en primavera
Y luego la
oscuridad necesaria
Para que la danza
de esos cuerpos
Vuelva a vibrar
otra vez.